El COVID-19 ha puesto de manifiesto que la reputación corporativa es un valor intangible que sigue ganando peso en la rentabilidad de las empresas y que, la percepción del bienestar socio ambiental estará presente entre los beneficios y la pérdidas, señala el diario español El País el día 26 de Setiembre [1] y menciona también que la falta de ética, la poca o ausencia de comunicación y el descuido de las relaciones con los stakeholders puede conducir a la pérdida de la reputación.
Hoy los consumidores, clientes, usuarios y comunidades exigen no sólo un buen servicio o producto sino también que éstos sean más sostenibles y respeten valores éticos y su contribución social ambiental. Estamos ante un cambio de percepción.
La Global Sustainable Investment Alliance, señala que alrededor de 35 billones de dólares en el mundo, son inversiones sostenibles y éstas tienen en cuenta al momento de invertir los factores “Environmental, Social y Gobernance”- ESG por sus siglas en inglés (ambientales, sociales y de gobierno corporativo).
Los ESG son una realidad que va a quedarse, se trata de inversiones conscientes, pensadas en dejar espacio a la naturaleza y al hombre. Los factores ESG suponen compromisos que obligan a las empresas a ser transparentes y rendir cuentas, midiendo sus resultados.
A propósito de la gestión de la reputación y los criterios ESG, la industria extractiva es una de las que lidera la inversión sostenible con prácticas de clase mundial y porque sus Stakeholders, principalmente la sociedad o comunidad de las áreas de influencia, quiere “escuchar” sus explicaciones sobre sus impactos positivos y negativos en los aspectos socio ambientales y en la sostenibilidad en general. Quiere escuchar la coherencia entre lo que se hace y lo que se dice y de la transparencia y ética de sus inversiones y compromisos en los criterios ESG, que contribuyen al propósito y crecimiento sostenibles.
Dicha gestión sin duda, incluye medir, evaluar, comunicar sus impactos incorporando en la ecuación la participación de todos sus Stakeholders y escucharlos para impulsar una relación sostenible en el largo plazo.
Según El Capitalismo de los Stakeholders de Klaus Schwab,[2] los negocios asumen un nuevo liderazgo y modelo de economía que pone el centro a las personas y el planeta. Este nuevo modelo se sustenta en la inclusión de 4 actores clave que pueden optimizar el bienestar de las personas y del planeta: el gobierno, la sociedad civil, compañías y las organizaciones internacionales.
Ante los grandes desafíos globales de la pandemia, la crisis climática y la creciente inequidad en las sociedades, las empresas se suman a la globalización y digitalización e incorporan en el core y estrategia de sus negocios la ética, la sostenibilidad, el capitalismo consciente y la reputación corporativa, entre otros, siguiendo la hoja de ruta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
La industria extractiva que co-habita en la disrupción, ha implementado políticas y acciones para generar valor compartido y paliar sus impactos socio económicos, realizando importantes esfuerzos en las localidades que trabajan y así reforzar las relaciones y alianzas con los stakeholders para fortalecer lazos de largo plazo. Han diseñado y desarrollado un sin número de estrategias y actividades en lo social, ambiental y económico, con importantes efectos transformacionales que se visibilizan en el desarrollo socio económico local.
Y en este contexto, donde la incertidumbre es la nueva normalidad, el Ministerio de Energía y Minas (MEM) ha difundido un documento[3] que contiene un cuestionario de 34 preguntas para las “futuras minas” y su propósito es definir o medir la rentabilidad social en los proyectos de minería.
Los criterios que el MEM propone con el objetivo de dinamizar la economía, que no son ajenos a la industria de la minería, son:
- El fortalecimiento de cadenas de proveedores locales de insumos y servicios y la creación de nuevos proveedores;
- El “joint Venture” con la incorporación de participación de empresarios locales, que atraigan nuevos flujos de capital local directo;
- La generación de empleo indirecto, y
- El mejoramiento de infraestructura local, de comunicación, transporte y servicios.
Ante este documento los criterios “ESG” que implementaría la Industria minera serían autorizados, evaluados con un cuestionario de 34 preguntas del Ministerio de Energía y Minas, o ¿se trata de una evaluación previa para la viabilidad de un proyecto? El mencionado cuestionario ¿será insumo suficiente para definir o medir el valor intangible de la rentabilidad social y su consecuente reputación corporativa? ¿Cómo se interconectaría la información con los distintos compromisos contenidos en las Obras por Impuestos, en los Estudios de Impacto Ambiental y otros acuerdos privados con las comunidades locales y otras entidades?
Parece ser que la Gobernanza de la Sostenibilidad y la valoración de rentabilidad social es y seguirá siendo una ardua tarea para la gestión y generación de impactos positivos para las personas y el planeta. Empoderar a las comunidades y mejorar su calidad de vida, respetando los límites planetarios, serán factores cada vez más influyentes en la percepción de la reputación de las empresas, y requerirán de un liderazgo compartido.
Este articulo fue elaborado por Carolina Rouillon y publicado por GĚRENS Escuela de Postgrado en Octubre del 2021.
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[1] “El País” El Periódico Global, Negocios, pp 13
[2] Stakeholders Capitalism, A Global Economy that Works for Progress, People and Planet, Klaus Schwab with Peter Vanham, pp 178
[3] Diario Gestión, Destaque, 23 de Setiembre 2021, pág. 3