Se prevé que el cambio climático provocará sequías e inundaciones más frecuentes para el año 20240, perturbando el suministro de agua a los sitios mineros y paralizando las operaciones, advirtió Vinio Floris, director del Centro de Gestión del Agua y Medio Ambiente de GĚRENS, con base en un estudio elaborado por la consultora McKinsey & Company.
En evento central organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, describió que el estrés hídrico se intensifica a niveles de extremadamente alto y árido en siete puntos críticos: el Asia Central, la costa de Chile y de Perú, el este de Australia, el Medio Oriente, el sur de África, el oeste de Australia y una gran zona en el oeste de América del Norte.
Justamente, del 30 al 50 por ciento de la extracción de cobre, oro, hierro y zinc se concentra en áreas donde el estrés hídrico es alto y cuyos niveles empeorarían aún más en las próximas décadas, lo que pondrá en riesgo la producción de minerales primordiales para acelerar la transición energética y contener el avance del calentamiento global.
Por ejemplo, en Chile, se pronostica que el 100% de la producción de cobre se sitúe en puntos áridos y con un estrés hídrico extremadamente alto para el 2040; mientras que en Rusia, se sospecha que el 40% de la producción de hierro se ubique en puntos con estrés hídrico extremo para el mismo año, según el reporte de McKinsey & Company.
Estrategias ante al estrés hídrico
Dado a que es probable que el estrés hídrico aumente a diferentes ritmos de un lugar a otro, los ejecutivos mineros deberán observar las proyecciones locales para sus sitios individuales y determinar dónde podrían ocurrir los peores efectos, con el objetivo de adaptar sus actividades a niveles prudentes de consumo de agua disponible en la realidad.
Frente a este escenario, Vinio Floris destacó que las empresas mineras están apostando por reducir la intensidad de agua en sus procesos, reciclar el agua usada y mitigar la pérdida de agua por evaporación, fugas y desperdicio, tal como lo hizo Anglo American para mejorar el control de la evaporación en la presa de la mina Drayton en Australia.
Incluso, señaló que será indispensable incrementar la inversión en infraestructura pensada para la gestión óptima del agua, como las represas y las plantas desalinizadoras, que, aunque son costosas, son siempre necesarias. También, se puede confiar en el llamado capital natural, como las áreas de humedales, para mejorar el drenaje de aguas subterráneas.
Por último, el director de la escuela de posgrado GERENS enfatizó que los grupos reguladores y cívicos deben trabajar en conjunto para la planificación regional y de cuencas, de modo que el derecho de agua no se convierta en motivo de competencia por el recurso natural ni genere conflictos entre los operadores y las comunidades locales.
Fuente: IIMP